Cuando vi la publicidad de BBrainers, me llamó la atención desde el nombre hasta el formato elegido para el congreso. Se anunciaba como una experiencia a través de la cual los asistentes compartirían conocimiento en un hotel en la Sierra de Guadarrama. Los ejes sobre los que giraba: Tendencias, innovación y retos de la abogacía. Algo sonaba diferente: Prometía sorpresas y una participación activa. Ofrecía un programa amplio y variado capaz de suscitar el interés de juristas dedicados a cualquier rama del Derecho y en cualquier etapa profesional.
No lo dudé, tenía que estar allí. Soy una abogada que apuesta por el trabajo en red con otros profesionales para poder ofrecer servicios más completos y adecuados a la actual demanda social, que cree en una forma distinta de ejercer la profesión, en la necesidad de romper la vieja imagen del abogado rodeado de papeles encerrado en su despacho fiel al “ DIY ”, o lo que en España viene a ser el “ Juan Palomo ”. En ese momento sentí La llamada. Estaba convencida de que algo positivo saldría de aquella experiencia y, pensé que, en el peor de los casos, pasaría un fin de semana diferente y probablemente divertido disfrutando de la naturaleza en la sierra.
Me puse a hacer la maleta. Tenía dudas sobre qué llevar. Nos aconsejaron ropa cómoda, nada de americanas ni tacones. Debo reconocer que a estas alturas de mi vida, agradecí este detalle, porque cuando llega el fin de semana estoy deseando guardar el “mono de trabajo”, calzarme las Converse y unos vaqueros cómodos o la ropa de deporte. Un punto más a su favor.
Otro punto positivo: Los organizadores se esforzaron para que quien llegase de fuera a Madrid, pudiese trasladarse a Los Molinos en el coche de algún cerebro. Eso también me dio idea del tipo de personas que participarían en el evento: Gente abierta y generosa. Tuve la suerte de compartir coche con compañeros que hicieron mucho más ameno mi viaje, fue la primera oportunidad para conocernos y empezar a vivir la experiencia BBrainers.
La previsión meteorológica era de nieve y bastante frío, por lo que aquello se vislumbraba como un auténtico Gran Hermano de juristas, encerrados en un hotel de montaña. Llegamos de noche. Reconozco que en un primer momento casi temí vivir alguna experiencia surrealista al estilo de la vivida por Manuel Bartual el verano pasado. Muchos cerebros jurídicos sin traje ni toga, en un ambiente distendido, hicieron que no tuviese el menor reparo en soltar la maleta y bajar a tomar con ellos un té con el jersey grueso de montaña que llevaba puesto (De esos que hacen que parezca que tienes dos tallas más).
El programa no me defraudó. No voy a resumir las ponencias ni a hacer una relación de todos los ponentes. No me perdonaría olvidar a alguien y he dejado el enlace del programa al inicio para quien desee consultarlo. BBrainers no es fue un congreso para contarlo, sino para vivirlo. Por eso solo trataré, brevemente, de transmitir algunas de las impresiones que saqué de mi experiencia.
Uno de los principales aciertos fue incorporar temas que no se suelen tratar en la mayoría de los eventos jurídicos al uso, tales como comunicación o artes escénicas, que ayudaron a romper el hielo, provocaron unas cuantas risas y nos pusieron de manifiesto la importancia de estos aspectos para quienes a diario, en nuestro trabajo, hablamos en público y tratamos con personas.
Según avanzaba el evento y cuanto más escuchaba a los ponentes, más me reafirmaba en mi idea de que la abogacía debe evolucionar y adaptarse a la sociedad actual, ofrecer nuevos servicios y diseñar una nueva forma de prestar nuestros servicios para mejorar la experiencia de usuario. Me sentía menos friki escuchando a algunos ponentes decir cosas que pienso y en las que coincido plenamente:
- Los abogados que quieran que su despacho crezca, necesitan colaborar, asociarse, abandonar ese individualismo que caracteriza a gran parte de los abogados. Se puede empezar dando pequeños pasos, estableciendo colaboraciones puntuales en asuntos concretos o trabajando con profesionales de otras disciplinas para complementar nuestros servicios. Los cerebros que trabajan juntos, suman.
- Debemos dedicar tiempo a la formación en materias nuevas y necesarias que, desde mi punto de vista pueden ser el Derecho TIC, marketing digital, gestión de despachos, desing thinking, redacción en internet, inglés jurídico o ciberseguridad. Me alegró comprobar que hay otros “raros” como yo que dedican su tiempo libre a estudiar estas cosas.
- Se hace necesario trabajar nuestra marca personal, así como la marca de despacho, para contribuir a modernizar la marca abogado, tan desgastada y obsoleta. Los abogados somos personas y podemos ganar en calidad de vida si empezamos a romper moldes tradicionales. Vivimos en una época que nos ofrece la posibilidad de llevar el despacho en el bolsillo con tabletas o smartphones que son pequeños ordenadores. Necesitamos cada vez menos espacio para trabajar, podemos relacionarnos con clientes por Skype, correo electrónico o WhatsApp Business desde cualquier parte. Eso nos permite más movilidad y más libertad de horarios. Siempre he querido sacar el mayor partido a cada día y la tecnología es cada vez más mi aliada en este objetivo. Los ratos que trabajo en casa disfrutando de un buen té y la compañía de mis gatos, o en una terraza al sol en primavera es algo que no tiene precio.

- Necesitamos dedicar esfuerzo a la innovación, a la creatividad que conecta con las demandas de la sociedad de nuestros días, pero también a estudiar y planificar la rentabilidad de nuestro negocio.
- El abogado debe trabajar activamente para crear sintonía y confianza con el cliente, debe escucharle y aprender de él, ser más humilde (Cualidad que suele escasear entre los profesionales del sector), conocerle y estimular su deseo de contratar sus servicios desde la transparencia y ofreciendo excelencia. Se necesita una estrategia y una táctica.
Escuchar los puntos de vista de otros agentes jurídicos, procuradores, jueces o fiscales. Ver la justicia ” from the other side “, fue también una experiencia muy enriquecedora ya que esta perspectiva contribuye a crear un clima de empatía tan necesario entre quienes navegamos a diario en el mismo barco.
No quedó tampoco en el tintero un aspecto tan importante en nuestra profesión como es su función social, analizando nuevas formas de aportar a la sociedad talento jurídico a través de pro bono.
Pero si hubo algo que realmente me hizo albergar la esperanza de que la evolución de la profesión empieza a ser una realidad, fue comprobar la complicidad que surgió entre las nuevas generaciones de juristas y los más veteranos, la camaradería que se respiraba en las comidas, en el café o en los ratos libres de los que disfrutamos. Hicimos networking sin postureo, de una forma más sencilla y humana. Hablamos de los despachos, de los juzgados o de Lexnet. Pero también hablamos de nuestros gatos, de nuestros hijos, de nuestro tiempo libre o de nuestras ciudades, y eso nos acercó mucho más. Nos dimos cuenta de que todos tenemos en común la pasión por el Derecho, unos cerebros curiosos y ganas de aprender unos de otros. Empezamos a superar el temor que produce salir de nuestra zona de confort. La música en la velada del sábado terminó de hacernos sentir en familia.
Agradezco sinceramente a los organizadores el esfuerzo que han dedicado para que este proyecto funcione y a todos los compañeros la generosidad demostrada al compartir sus conocimientos y experiencias. Me gustaría pensar que se ha plantado la semilla de una comunidad de juristas con mente abierta, ganas de evolucionar y lograr sinergias. Personalmente, estoy encantada de formar parte de esta comunidad, y espero volver a tener la oportunidad de participar en próximos eventos
Autora: María Inmaculada López González
Coincido contigo fue un placer conocerte y compartir tus/nuestras experiencias.
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